LEONEL GARCÍA
Definitivamente, una cosa es ser ídolo, y otra ser ídolo en Nápoles. Edinson Cavani, este salteño que hoy es el capo canioneri de la Serie A italiana, lo vive en carne propia. Una pizza, un calzone, tres canciones compuestas por artistas locales y hasta una bomba de estruendo llevan su nombre. Los hinchas del SCC Napoli, a quienes se metió en el bolsillo en tan solo siete meses a fuerza de fútbol y goles, le profesan una veneración que no parece tener límites. Aun en el medio de tanta devoción, este delantero que mañana cumple 24 años, que vive el mejor momento de su carrera, preferiría lo que hoy es un imposible: que no se hable tanto de él.
-Más allá de todo lo que te digan del napolitano, que es muy afectuoso, muy "sudamericano", todos estos gestos que han tenido conmigo sorprenden cada día. Pero luego que los conocés te das cuenta que es su manera de demostrarte cariño. Es un reconocimiento a lo que hacés. Te da mucha alegría y orgullo, señal de que uno está por el camino justo.
-Pero, ¿podés salir a la calle?
-Salir puedo (se ríe), aunque es difícil. Mi esposa Soledad y yo somos personas muy tranquilas. No te digo que no se pueda ir a comer algo, pero a veces lo que menos hacés es comer porque la gente… te invade tu privacidad. Entonces, siempre conviene avisar antes y pedir que te reserven algún lugar apartado.
-¿Sos consciente del momento que vivís?
-Más que nada cuando hablo con mi familia. Ahí te das cuenta del reconocimiento. Eso te da placer, orgullo, alegría… pero a veces es mejor no sentirlo. Uno tiene que tratar de llevar una vida más simple. ¿Te digo la verdad? No me gusta mucho que se hable de mí. Cuanto menos se hable, mejor. Pero la realidad hoy en día es otra, entonces uno tiene que aceptarla y tratar de estar preparado para que no te cambie.
crecer. No cambiar, ese puede ser hoy el lema del "Edin". Parafraseando a Charly García, el título de esta nota bien podría haber sido "Filosofía sencilla y zapatos de fóbal". El uruguayo hoy más nombrado en el Planeta Fútbol se dice encariñado con Nápoles, pero no se sumerge en un largo speech demagógico y edulcorado sobre su flamante tierra adoptiva. En charla por teléfono y desde Pozzuoli, la ciudad satélite en la que reside, el astro prefiere poner énfasis en las palabras "crecer", "fe" y -sobre todo y con gran ventaja sobre el resto- "familia". Ésta está a punto de agrandarse con la llegada de su primogénito Bautista, prevista para fines de marzo.
-Soledad es una compañera de fierro. Nos casamos a los seis meses de llegar a Italia, en julio de 2007 (N. de R. Desde enero de ese año hasta julio pasado, Cavani jugó en el Palermo de Sicilia). Somos muy familieros, pero sabemos que estamos acá con un objetivo: crecer como pareja, como matrimonio, tratar de madurar para el día de mañana tener nuestra propia familia y poder inculcarle principios que hemos aprendido con nuestras experiencias de vida. Nosotros no estamos de vacaciones acá, ni de fiesta. Estamos de pasada, viviendo una experiencia nueva y buena que mañana nos pueda brindar un bienestar económico.
-¿Qué principios le inculcarías a tus hijos?
-Que traten a todos por igual. No hacer diferencias porque uno tenga más o tenga menos, o porque sea una cosa u otra. Mantener la tranquilidad y un perfil bajo más allá que la vida o las circunstancias te lleven a tener un nivel al que muy poca gente llegue. No pretendo que mi hijo sea jugador de fútbol o médico, pero sí le voy a inculcar que debe sentirse una persona con mucho para dar.
-¿Bautista va a ser italiano o tu señora va a venir a Uruguay a dar a luz?
-De sangre, él va a ser uruguayo (tajante). Pero va a nacer acá.
Para cristo. Luego de un largo período de ostracismo, el equipo del Sur italiano -de camiseta celeste como la de Uruguay-, está segundo y a la expectativa en el calcio. Cavani es considerado el principal responsable de estos buenos tiempos. El propio Cardenal de Nápoles lo ha elogiado públicamente. Estatuitas e imágenes suyas, algunas con connotaciones religiosas, pueden verse y adquirirse en las calles. En una ciudad donde un tal Diego Maradona fue elevado a la categoría de dios, hay quien asegura que él está apenas un peldaño más abajo en el Olimpo (o por tratarse de Nápoles, en el Vesubio) futbolero local. Todo lleva a un tema fundamental para él.
-La fe es muy importante en mi vida. Más que nada por el hecho de encontrar un equilibrio.
-¿Cómo llegaste a ella?
-Cuando estaba en las juveniles de Danubio, un jugador argentino, César González, me invitó un día a una reunión de los Atletas de Cristo. Empecé a ir, pero entonces no tenía la capacidad de entender. Ese no era mi tiempo, todo lleva un proceso. Y al año y medio de estar en Italia se despierta un interés de mi parte, esa intención de saber más.
-¿Sos un Atleta de Cristo?
-No, no, no. Soy un Atleta PARA Cristo. Por eso juego para Él, para darle gloria, para darle gracias por darme esta capacidad de jugar al fútbol y poder competir en una liga como la italiana, por darme ese don divino que estoy tratando de saber manejarlo cada vez más. Nosotros pertenecemos a la Iglesia Evangélica. No me gusta eso del Atleta de Cristo.
-¿Cómo manejás las tentaciones que rodean al fútbol? Más, en uno poderoso como el italiano.
-El fútbol te pone todo al alcance de la mano. Pero yo fui criado de una manera en que lo más importante es cuidar tu familia. La fe ayudó mucho a darme cuenta que las tentaciones que tenés a mano te darán alegría, goce, lo que sea, pero por un tiempito. Y después todo es tristeza. Lo más lindo es hacer algo a futuro, para que mañana lo puedas seguir disfrutando y teniéndolo contigo: tu familia, tus hijos, tu casa. Esa es la manera que tengo de pensar.
-¿Alguna vez sufriste burlas de tus compañeros por eso?
-Siempre hay alguna broma... "Mirá, Jesús", te dicen. "Pará, Jesús". Uno se la tiene que aguantar y estar tranquilo, porque uno está seguro en lo que cree y piensa.
sueños. El "Edin", como lo apodó el renovadamente optimista pueblo futbolero uruguayo, o el "Edi", como él suele referirse a sí mismo, es el menor de los tres hijos del matrimonio de Luis Alberto Cavani y Berta Gómez. Empleado de una empresa dedicada a la forestación y la vialidad él, técnica en peluquería ella. Edinson dice que varias veces les pidió que dejaran de trabajar, que él los podía mantener. "Pero no me han dado pelota, sienten que aún tienen mucho para dar. Y yo, más allá de algunas preocupaciones que les pueda sacar, tengo que respetar esas ganas de trabajar y de seguir creciendo". Por parte de padre, el actual fuoriclasse del Napoli también tiene tres hermanas mayores. Por su familia y sus afectos parece tener una devoción mayor a la que por él sienten los tifosi; y también son la principal causa de sus nostalgias salteñas. Todo esto concluye en que su noción de felicidad supera largamente el de ser el azote de cuanto portiere tenga la desgracia de jugar en su contra.
-Tuve una infancia feliz. Gracias a Dios, siempre tuve todo. Todo lo justo, ojo. Nunca me faltó comida o un abrigo. Tal vez no siempre había una Coca Cola o un helado.
-Más allá de tu momento profesional, ¿hay momentos en que la nostalgia puede más? ¿Que te den ganas de largar todo y volver?
-Y sí... te pasa. No porque las cosas estén bien o mal. Ocurre porque ves que el tiempo pasa, que estás lejos de tu familia, tus padres, tus hermanos, tus seres queridos, que no podés compartir con ellos ciertos momentos de la vida. Ojo, tampoco me olvido que yo laburé mucho para estar acá, para poder tener un bienestar económico para ayudar a mi familia y a la gente que me quiere. Entonces, si yo hice todo el esfuerzo para llegar acá, ¿por qué voy a estar pensando en irme? Por más lindo que sea estar allá. Creo que con el nacimiento del bebé, ellos van a venir a acompañarnos en ese momento tan especial. ¡Somos nuevos en eso!
-¿Y qué es lo que más extrañás?
-Estar ahí. Poder levantar el teléfono y decir: "Mamá, me voy para ahí a tomar unos mates". O decirle a tus amigos de ir a comer algo. "Vamos a organizar una pesca" o "una cacería". Son cosas muy simples que hacen muy feliz un retorno.
-¿Y hoy por hoy lo sos, aún a la distancia?
-Sí, yo soy feliz. Gracias a Dios tengo la posibilidad de ayudar a mi familia con la edad que tengo y con mi profesión, estoy esperando un hijo que es la experiencia más linda de la vida, puedo brindarle bienestar a mi familia. Pero lo más lindo de todo es saber que uno es feliz con las cosas más simples.
-¿Como cuáles?
-Con saber que mi familia me quiere de la misma manera que me quería antes que yo llegara a Europa, de que a mi señora la conocí y empezamos a caminar juntos también antes de que llegara a Europa. Nosotros nos pusimos de novios en 2006, antes de que debutara en la primera de Danubio.
-¿Cuáles son los sueños que te quedan por cumplir?
-Que pueda seguir agrandando mi familia, que siempre haya salud. Y en el fútbol... poder llegar a ser alguien. Salir campeón es un sueño de todos los días. Yo siempre juego para ganar y para dar el máximo. Hoy estoy en el Napoli, estoy encariñado, y yo quiero dejar una huella como Edi, como Edi Cavani, que pasó por el equipo y que quede el recuerdo de alguien que dejó todo. Lo más lindo que me puede pasar es que el día de mañana me puedan reconocer como un jugador que siempre estuvo dispuesto a dar el máximo para cada camiseta que se puso, que siempre estuvo dispuesto a arriesgar el físico o lo que tuviera para dar en la cancha. Dejar una buena huella en el fútbol. Pero... ¿sabés cuál es mi verdadero sueño? Ver a toda mi familia junta, que todos podamos estar bien.
Al cierre de esta edición llevaba 18 goles en la Serie A; es el mayor goleador del campeonato.
El torneo en que Maradona metió más goles en Italia (1989/90) hizo 16. Claro, salió campeón.
Lugares por los que asusta andar cerca
Desde la ventana de su casa, Edinson Cavani tiene una vista privilegiada del Golfo de Nápoles. Pudo conocer la Isla de Capri y la Isla de Ischia. No ha probado aún la pizza "Cavani Matador", manifestación culinaria de la idolatría hacia él que incluye un relleno de muzzarella y jamón cocido, además de panceta, anchoas, hongos y tomate. "Le ponen demasiadas cosas -ríe-, si la hubiesen hecho un poco más simple..."
Cavani asegura que, si bien es posible encontrar "muy buenas personas" en el calcio, "es muy difícil hacer amigos". Se apoya mucho en Walter Gargano, compatriota, compañero hoy en la selección y ayer en Danubio. "Pero un amigo es una persona con la que vivís momentos especiales de tu vida. Amigos-amigos tengo muy pocos y todos están afuera del fútbol". La única excepción, señala, es Nicolás Bertolo, aquel argentino que jugó en Nacional y que fue compañero suyo en Palermo.
Palermo y Napoli. Sicilia y Nápoles. Cosa Nostra y Camorra. Dio la casualidad que su experiencia futbolística en Italia transcurra en regiones relacionadas con la mafia. "Al saber que iba a estar en esos lugares yo empecé a informarme, buscando en Internet, leyendo libros, mirando alguna que otra película. Y por decirte algo... siempre aparecían imágenes de sitios por donde yo pasaba seguido, donde yo paseaba con mi señora... es una sensación fea. Yo no quiero saber nada con eso".
"A mí me gusta estar cerca del arco"
Si a Edinson Cavani le preguntan por un colega que le haya llenado los ojos en la cancha contesta con una palabra: Diego. Y Diego es Forlán. "¿Por qué siempre tenemos que buscar fuera del país?" Enseguida, elogia no solo al equipo sino también al grupo humano del plantel mundialista de Sudáfrica. "Fue el mejor que integré".
El cuarto puesto en Sudáfrica, asegura, hizo que en el primer mundo del fútbol revalorizara a los jugadores uruguayos. "Antes te decían: `¿Ustedes salieron campeones? ¡Sí, cuando el fútbol no existía!` Hoy se nos mira de otra manera. Y se remarcó que no fue un tema de fenómenos o de grandes estrellas, más allá de los jugadores importantes que teníamos, sino que se destacó que fue un equipo unido, que estaba convencido de lo que quería, y así logró ese resultado, que nosotros esperábamos que fuera mejor".
Tras el Mundial, la Selección tuvo una recepción de antología. Al "Edin", como al resto de sus compañeros del interior, su ciudad natal le brindó una bienvenida de héroe. En esos momentos de euforia se habló de grandes apoyos, estatales y privados, para la selección. Pero esas promesas se diluyeron con el tiempo.
Cavani le huye a las polémicas como a sus marcadores. "Eso no es algo de ahora. Me encantaría que ese apoyo se diera, que permita que nuestro fútbol crezca. Pero ese aporte debe ser de todos. Hoy tenemos gente jugando a un nivel muy importante, la selección está séptima (en el ranking de la FIFA). Pero a las promesas a veces se las lleva el viento. Uruguay logró las cosas con mucho sacrificio, gracias a un proyecto como el del Maestro (Óscar) Tabárez, que pudo salir adelante".
En el Mundial, Cavani tuvo una muy buena actuación, pero se lo explotó más actuando por los costados y no tanto en el área. El salteño cumplió a satisfacción, jugó seis partidos y metió un gol, pero también deja en claro que esa no fue la función en la que se siente más cómodo.
"En el Mundial había que estar preparado. En aquel momento hacía falta una mano en ese lugar y gracias a Dios pude jugar. Yo estoy dispuesto a ayudar adonde sea, pero... bueno, a mí me gusta estar cerca del arco, en esos últimos metros". ¿Teléfono para el Maestro Tabárez?