martes, 13 de diciembre de 2016

Religión, Libertad y Valores en el Uruguay.

Religión, Libertad y Valores en el Uruguay. Declaración del Grupo Interconfesional de Melo.

El pasado 22 de noviembre se reunió por primera vez el Grupo Interconfesional de Melo, en el que participaron los siguientes líderes religiosos:

• Pastor Wilson Acuña, Iglesia Evangélica Pentecostal – Cruzada Universal
• Monseñor Heriberto Bodeant, Obispo de la Diócesis de Melo, Iglesia Católica Apostólica Romana.
• Pastor Martín Correa , Iglesia Asamblea de Dios
• Sr. Rafael Diogo, Presidente de la Estaca Melo–Uruguay de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días
• Pastor Armando Dos Santos, del Primer Tabernáculo Cristiano
• Pastor Fabricio García, Iglesia Evangélica El Tabernáculo de Reunión
• Obispo Freddy Lafranchi, Iglesia de Dios en el Uruguay - Misiones Mundiales
Reunidos el 11 de diciembre de 2016 sacaron la siguiente declaración:

1. Unidos en aspectos esenciales
Desde nuestras diferentes tradiciones religiosas, hay aspectos importantes en los que nos sentimos unidos:
• Adoramos al mismo Dios y creemos en Jesucristo y en su Evangelio.
• Compartimos y queremos vivir los valores cristianos.
• Tenemos en muy alta estima el valor de la vida y el valor de la familia.
• Sentimos unánimemente un gran aprecio por la libertad religiosa.

2. Valoramos la libertad religiosa y de conciencia y la laicidad positiva
La Constitución de la República establece en su artículo 5°: “Todos los cultos religiosos son libres en el Uruguay. El Estado no sostiene religión alguna.” Se establece así la libertad religiosa y la laicidad del Estado.
Como creyentes sentimos unánimemente un gran aprecio por la libertad religiosa. Sostenemos nuestro derecho de vivir conforme a nuestros principios cristianos y de adorar a Dios de acuerdo a los dictados de nuestra propia conciencia, y reconocemos a los demás el mismo privilegio: buscar libremente la verdad y vivir, creer o adorar de acuerdo a su propia conciencia.
Entendemos que es esencial para la paz y el crecimiento de los individuos, que se conserven invioladas las leyes que garanticen a cada ciudadano el libre ejercicio de la conciencia.
Al Estado corresponde perseguir y reprimir el crimen, pero no puede pretender dominar la conciencia ni suprimir la libertad del alma. Cuando la ley del hombre y la de Dios se contradicen, debe reconocerse el derecho a la objeción de conciencia.
Los gobiernos no pueden establecer por ley la paz, el amor, la bondad; en cambio las religiones las hacen nacer en el corazón humano. Los gobiernos imponen la ley que está escrita en los libros; la religión ayuda a descubrir la ley escrita en el corazón del hombre y exhorta a obedecerla.
Quienes obedezcan la ley de Dios, rara vez desobedecerán las leyes humanas que protegen la vida, los bienes y el honor del prójimo. Todo esto nos lleva a manifestar nuestra convicción acerca de la influencia positiva de las religiones en la vida de los ciudadanos.
Las religiones contribuyen a la formación del orden moral y de los valores que hacen a una sana convivencia social. Los gobiernos pueden establecer por la ley qué es delito y qué no lo es; pueden reprimir a los violentos; pueden construir cárceles, pero no pueden decretar o legislar para establecer el amor, la bondad y la paz en su más profunda y acabada dimensión. Creemos que la laicidad debe entenderse en forma positiva, en el marco de un sano pluralismo, de manera que los creyentes y los líderes religiosos puedan manifestar públicamente todo aquello que estimen oportuno para la construcción de la sociedad.
Observamos que, algunas veces, en el debate público se pretende censurar la opinión de líderes religiosos, aduciendo que el Estado es laico. La laicidad se desvirtúa si se convierte en oposición a todo lo religioso y llega a sustentar intolerancia y discriminación religiosa. La laicidad no es la oposición a todo lo religioso, sino el reconocimiento de la diversidad de creencias.
El Estado debe mantener su independencia, sin favorecer una religión en desmedro de otras; pero no puede pretender anular la contribución religiosa al bien de toda la sociedad.
La educación sexual es un campo donde se juegan profundamente los valores y las creencias de las personas. Se viola la laicidad cuando se pretende imponer en la educación de niños y adolescentes un enfoque que contradice lo que muchos padres enseñan a sus hijos de acuerdo a sus convicciones religiosas. Particularmente, cuando se pretende fomentar en niños y adolescentes opciones prematuras referentes u opuestas a su sexo y en contraposición a las enseñanzas de sus padres.

3. Afirmamos el valor de la vida y la familia
Respetamos la diversidad en sus diferentes formas y nos oponemos a toda discriminación por razones de raza, color de piel, religión, origen nacional o étnico, discapacidad, aspecto estético, género, orientación e identidad sexual. No obstante, tenemos principios cristianos por los que creemos en la familia basada sobre el matrimonio entre un hombre y una mujer, la fidelidad conyugal y la pureza sexual, para los que reclamamos el respeto consagrado en la constitución y en las leyes vigentes relacionadas a la libertad de culto y al sentimiento religioso. El aborto es la destrucción de vidas inocentes que se inician no solamente por la unión de un hombre y una mujer, sino con la intervención de Dios, creador de la vida.
En 2015 se registraron en Uruguay 9.362 abortos contra 48.926 nacidos vivos. Reafirmamos el valor único de cada vida y pedimos que no se ahorren los esfuerzos para que cada criatura pueda nacer y desarrollar una vida plena que enriquezca el conjunto de la sociedad. Consideramos que el consumo de drogas tiene perniciosos efectos en la salud, el entorno familiar y la sociedad. Creemos que la causa profunda de este flagelo está en el vacío y falta de sentido de la vida que sufren muchos uruguayos. En la fe ofrecemos un camino de encuentro de sentido y enseñamos la total abstención.

4. Buscamos vivir y trasmitir valores para la construcción de la sociedad
En una sociedad en la que a menudo se dice que “se están perdiendo los valores”, queremos vivir y trasmitir:
• La bondad, el amor y el servicio al prójimo
• La fidelidad a Dios y el respeto por todo lo sagrado
• El perdón y la misericordia
• La fidelidad en el matrimonio y la pureza moral
• El respeto por los padres, la unidad y la comunicación familiar
• El respeto por la vida, especialmente por la vida de la mujer y la vida de quien todavía no ha nacido
• La humildad, la verdad y la honestidad
• El respeto a la autoridad y el empeño por la paz
• El trabajo, para contribuir a la autonomía social, la autoestima y superación personal y colectiva.
• El cuidado de nuestro ambiente Y todos los demás principios y valores que Jesucristo enseñó con su ejemplo.

Nos despedimos implorando para cada una de las personas que habitan nuestra ciudad, la bendición del Padre Celestial y de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo.

viernes, 28 de octubre de 2016

Dios nos ha dado espíritu de poder

Veamos  lo que el Apóstol Pablo dijo aquí en el versículo 7, de este capítulo 1, de la Segunda Epístola a Timoteo:

"Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio."

Ahora, aquí se menciona esta palabra cobardía. Quizá haya personas que tengan mucho temor de viajar en avión. Hay algunos que tienen que viajar por obligación, y en realidad no disfrutan nunca del viaje por avión. El temor es algo natural y bueno. Uno puede tenerle miedo a un león, a las alturas, a volar en avión, por ejemplo. Así que es normal y bueno tener un sentido del temor.

Sin embargo Pablo no estaba hablando de una buena clase de temor, sino de la cobardía. Por eso dijo: no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.

Este dominio propio significa disciplina. Es decir, que Dios no quiere que la derrota sea parte normal de la vida del creyente. En realidad, tendríamos que ser creyentes bien disciplinados antes que esclavos de nuestras emociones. Todos estamos impulsados por nuestras emociones. Pero los cristianos no deben estar motivados por sus emociones. Nuestras emociones no deben dominarnos. Por el contrario, tenemos que ser disciplinados.

Ahora, ¿cómo se aplica esto a la cuestión del temor? ¿Está mal tener miedo a ciertas experiencias que ya hemos mencionado, o a otras similares? No, lo que estaría mal sería quedarse en casa. Lo que tiene que hacer una persona que experimenta esos miedos, es pedir la ayuda del Espíritu Santo para vencerlos disciplinando la mente. Vencer las emociones significa no permitir que ellas nos impidan hacer algo que deberíamos estar haciendo. Ello implicaría una derrota y mi mente no puede aceptar el ser un cristiano derrotado por esas reacciones emotivas. Por ello el consejo de Pablo a Timoteo es de mucha ayuda para todos. Dios nos está diciendo que no tenemos que ser cristianos derrotados; no debemos permitir que nuestras emociones controlen nuestra vida.

sábado, 23 de enero de 2016

Cuando tus padres envejecen

Pregunta: "¿Qué dice la Biblia acerca del cuidado de nuestros padres ancianos?"
http://www.gotquestions.org/Espanol/
Respuesta: La Biblia tiene mucho que decir sobre el cuidado de padres ancianos y otros miembros de la familia que no son capaces de cuidar de sí mismos. La iglesia cristiana primitiva actuó como la agencia de servicios sociales para otros creyentes. Se preocupaban por los pobres, los enfermos, las viudas y los huérfanos que no tenían a nadie más para cuidarlos. Los cristianos que tenían familiares necesitados debían suplir esas necesidades. Por desgracia, cuidar de nuestros padres en su vejez ya no es una obligación que muchos de nosotros estamos dispuestos a aceptar.

Los ancianos pueden verse como cargas en lugar de bendiciones. A veces, cuando nuestros padres necesitan cuidado, somos rápidos para olvidar los sacrificios que ellos hicieron por nosotros. En lugar de llevarlos a nuestras casas — cuando esto es seguro y factible — los ponemos en las comunidades de jubilación o asilos de ancianos, a veces contra su voluntad. Podemos no valorar la sabiduría que han adquirido a través de una larga vida, y podemos desacreditar sus consejos como "obsoletos".

Cuando honramos y cuidamos de nuestros padres, estamos sirviendo a Dios también. La Biblia dice: "Honra a las viudas que en verdad lo son. Pero si alguna viuda tiene hijos, o nietos, aprendan éstos primero a ser piadosos para con su propia familia, y a recompensar a sus padres; porque esto es lo bueno y agradable delante de Dios… porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo." (1 Timoteo 5:3-4, 8).

No todas las personas mayores necesitan o quieren atención constante en las casas de sus hijos. Pueden preferir vivir en una comunidad con otras personas de su edad, o pueden ser capaces de total independencia. Independientemente de las circunstancias, todavía tenemos obligaciones a nuestros padres. Si están en necesidad de asistencia financiera, les deberíamos ayudar. Si están enfermos, nos debemos cuidar de ellos. Si necesitan un lugar para vivir, debemos ofrecerles nuestro hogar. Si necesitan ayuda con el trabajo doméstico o el cuidado de su propiedad, deberíamos ofrecerles nuestro apoyo. Y si están bajo el cuidado de un asilo de ancianos, tenemos que evaluar las condiciones de vida en la institución para asegurar que nuestros padres estén siendo cuidados correcta y amorosamente.

Nunca debemos permitir que las preocupaciones del mundo eclipsen las cosas que son más importantes — sirviendo a Dios a través de servir a la gente, especialmente la gente en nuestras propias familias. La Biblia dice: “Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra." (Efesios 6:2-3).

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viernes, 22 de enero de 2016

El Papa Francisco habla de la envidia

VATICANO, 21 Ene. 16 / 10:46 am (ACI).- Que Dios nos libre de los pecados de los celos y envidias, porque por ellos entregaron y mataron a Jesús, y podemos llevar a un hermano a la muerte, expresó este jueves el Papa Francisco en la Casa Santa Marta, donde celebró la memoria litúrgica de Santa Inés, virgen y mártir.

“Pidamos también al Señor la gracia de no entregar nunca, por envidia, a un hermano a la muerte, a una hermana de la parroquia, de la comunidad, tampoco a un vecino del barrio: cada uno tiene sus pecados, cada uno tiene sus virtudes. Son propias de cada uno. Ver el bien y no matar con los chismes, por envidia o por celos”, exhortó el Santo Padre al reflexionar sobre la primera lectura que narra los celos de Saúl, rey de Israel, hacia David.

El Pontífice dijo que Saúl miraba con malos ojos a David porque pensaba que podía traicionarlo. Entonces el rey de Israel decide matarlo; pero luego oye el consejo de su hijo y cambia de idea; sin embargo, después vuelve a tener pensamientos negativos. Los celos son una “enfermedad” que vuelve y lleva a la envidia, advirtió Francisco.

“¡Qué cosa fea es la envidia! Es una actitud y un pecado feo. En el corazón, los celos o la envidia crecen como mala hierba: crece y no deja crecer la hierba buena. Todo lo que le parece que le hace sombra, le hace mal. ¡Nunca está en paz! ¡Es un corazón atormentado, un corazón feo! Además, el corazón envidioso –como escuchamos aquí– lleva a matar, a la muerte. Y la Escritura lo dice claro: por la envidia del diablo, entró la muerte en el mundo”.

Francisco, evocando el Evangelio de Marcos, advirtió que Jesús también fue entregado por envidia, como percibió Pilatos. “La envidia –según la interpretación de Pilatos, que era muy inteligente, ¡pero cobarde!– es la que llevó a la muerte a Jesús. El instrumento, el último instrumento. Se lo habían entregado por envidia”.

El Pontífice explicó que “la envidia mata y no tolera que otro tenga algo que yo no tengo. Hace sufrir siempre, porque el corazón del envidioso o del celoso sufre. ¡Es un corazón que sufre!” y cuyo sufrimiento le hace desear “la muerte de los demás”. “Cuántas veces en nuestras comunidades, no hay que ir muy lejos para ver esto: por celos, se mata con la lengua. Uno tiene envidia de ese, del otro, y comienzan los chismes: y los chismes matan”, añadió.

“Y yo, pensando y reflexionando sobre este pasaje de la Escritura, me invito a mí mismo y a todos a buscar si en mi corazón hay algo de celos, algo de envidia, que siempre lleva a la muerte y no me hace feliz. Porque esta enfermedad nos lleva a ver lo bueno que hay en el otro como si estuviera en tu contra. ¡Y éste es un pecado feo! Es el comienzo de tantas, tantas criminalidades”.

Por ello, reiteró Francisco, “pidamos al Señor que nos dé la gracia de no abrir el corazón a los celos, de no abrir el corazón a las envidias, porque estas cosas llevan siempre a la muerte”.

Esta es la lectura sobre la que reflexionó el Papa Francisco:

Primera Lectura

I Samuel 18:6-9; 19:1-7

6 A su regreso, cuando volvió David de matar al filisteo, salían las mujeres de todas las ciudades de Israel al encuentro del rey Saúl para cantar danzando al son de adufes y triángulos con cantos de alegría.

7 Las mujeres, danzando, cantaban a coro: “Saúl mató sus millares y David sus miríadas”.

8 Irritóse mucho Saúl y le disgustó el suceso, pues decía: “Dan miríadas a David y a mí millares; sólo le falta ser rey”.

9 Y desde aquel día en adelante miraba Saúl a David con ojos de envidia.

1 Saúl dijo a su hijo Jonatán y a todos sus servidores que haría morir a David; pero Jonatán, hijo de Saúl, amaba mucho a David,

2 y avisó Jonatán a David diciéndole: “Mi padre Saúl te busca para matarte. Anda sobre aviso mañana por la mañana; retírate a un lugar oculto y escóndete.

3 Yo saldré y estaré junto a mi padre en el campo, donde tú estés, y hablaré por ti a mi padre; veré lo que hay y te avisaré”.

4 Habló Jonatán a Saúl su padre en favor de David y dijo: “No peque el rey contra su siervo David, porque él no ha pecado contra ti, sino que te ha hecho grandes servicios.

5 Puso su vida en peligro, mató al filisteo y concedió Yahveh una gran victoria para todo Israel. Tú lo viste y te alegraste. ¿Por qué, pues, vas a pecar contra sangre inocente haciendo morir a David sin motivo?”

6 Escuchó Saúl las palabras de Jonatán y juró: “¡Vive Yahveh!, no morirá”.

7 Llamó entonces Jonatán a David, le contó todas estas palabras y llevó a David donde Saúl, y se quedó a su servicio como antes.