sábado, 24 de diciembre de 2011

Feliz Navidad!!


Todos somos hijos de Dios, por lo tanto el Señor siemprte responderá a nuestras oraciones:

Salmos 55:17 Tarde y mañana y á medio día oraré y clamaré; Y él oirá mi voz.

Salmos 102:17 Habrá mirado á la oración de los solitarios, Y no habrá desechado el ruego de ellos.

Salmos 116:1, 2 AMO á Jehová, pues ha oído Mi voz y mis súplicas. Porque ha inclinado á mí su oído, Invocaré le por tanto en todos mis días.

Isaías 30:19B nunca más llorarás; el que tiene misericordia se apiadará de ti; en oyendo la voz de tu clamor te responderá.

Isaías 65:24 Y será que antes que clamen, responderé yo; aun estando ellos hablando, yo habré oído.

Jeremias 33:3 Clama á mí, y te responderé, y te enseñaré cosas grandes y dificultosas que tú no sabes.

Mateo 6:4 para que sea tu limosna en secreto; y tu Padre que ve en secreto, él te pagará en público.

Mateo 18:18, 19B, 20 De cierto os digo que todo lo que ligareis en la tierra, será ligado en el cielo; y todo lo que desatareis en la tierra, será desatado en el cielo. Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra, de toda cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy en medio de ellos.

Juan 14:13, 14 Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, esto haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré.

Juan 15:7 Si estuviereis en mí, y mis palabras estuvieren en vosotros, todo lo que quisiereis pediréis, y os será hecho.

Juan 16:23B, 24 De cierto, de cierto os digo, que todo cuanto pidiereis a mi Padre en mi nombre, os lo dará. Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido.

Santiago 4:8  Allegaos a Dios, y él se allegará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad los corazones.

1 Juan 3:22 y cualquier cosa que pidiéremos, la recibiremos de él, porque guardamos sus mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables delante de él.

1 Juan 5:14, 15 Y esta es la confianza que tenemos en Dios, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquier cosa que pidamos, también sabemos que tenemos las peticiones que le hubiéremos pedido.

martes, 13 de diciembre de 2011

La familia

Familia Extraído de Asambleas de Dios Sarandí del Yi

Tips para familias que buscan ser mejor cada día

1) COMER JUNTOS

Compartan por lo menos cuatro comidas juntos durante la semana.

Apaguen toda forma de tecnología durante la comida: televisión, teléfonos y mensajes de texto.

Conversen acerca de su día, sobre lo que está pasando en la escuela, en el trabajo o en las noticias.

Tomen turnos relatando algún tema, pregunta o historia divertida.

2) JUGAR JUNTOS

Elija actividades únicas y divertidas para su familia.

Asegúrese que todos participen.

Busque salidas creativas que no impliquen ver televisión o juegos de vídeo.

Celebre una "noche familiar" semanalmente.

Incluya actividades físicas como deportes y el hacer ejercicio.


3) ASISTAN A LA IGLESIA y OREN JUNTOS

Denle la prioridad a Dios.

Busque la sabiduría de Dios en sus decisiones diarias. Ponga el ejemplo para sus hijos.

Demuéstrele a su conyuge y a sus hijos que ellos son importantes para usted y para Dios.

Encuentre una iglesia en su vecindario donde puede escuchar la Palabra de Dios.

Ore por su cónyuge y por cada uno de sus hijos.


4) INVIERTA EN SUS HIJOS

¡Haga que sea divertido!

Dígale a sus hijos que se siente orgulloso de ellos.

Anímelos a hacerle preguntas.

Busque maneras de combatir sus debilidades e inseguridades.

Asegúrese que su hijo o hija sepa que espera de él o ella su mejor esfuerzo.

5) CONOZCA EL QUEHACER DE SUS HIJOS y CONOZCA A SUS AMIGOS

Comuníqueles que se involucra en sus vidas porque los ama, no sólo porque quiere estar en control.

Recuérdele a sus hijos que somos moldeados por como pasamos el tiempo y de quienes nos rodeamos.

Acordar una hora de llegada a la casa y/o un plan de comunicación para fomentar la rendición de cuentas.

Cree un ambiente familiar donde los amigos de sus hijos sean bienvenidos.

sábado, 19 de noviembre de 2011

Pedid y recibiréis


Si usted recorre los grandes santuarios del mundo, por ejemplo, Lourdes, Fátima, Pompeya, Aparecida, Medianeira, Caravaggio, Luján, y tantos otros santuarios esparcidos por los países; si usted recorre las iglesias del mundo entero; si recorre los templos de todas las religiones occidentales y las orientales; si quisiera contar los millones de curas obtenidas por intercesión de millares y millares de santos; si usted quisiera catalogar a millones de personas que realizaron milagros y curas por medio de Jesucristo; si usted desea reunir la cantidad sin fin de oraciones que produjeron milagros, llegaría a la conclusión de que la fe es la fuerza más poderosa del universo.

La fe cura con la misma facilidad tanto una pequeña jaqueca colmo un cáncer de último grado. Es por eso que no existen enfermedades incurables. Jesucristo curó a los diez leprosos, dolencia considerada incurable en la época. Jesucristo curó al ciego, al sordo, al paralítico. En nombre de la fe, y diciendo decididamente: "Ve en paz, tu fe te curó". Él curó a innumerables personas durante los tres años de vida pública.

El Maestro siempre insistía: "Todo es posible para aquel que cree". "Sea lo que fuere lo que deseareis, cuando oréis creed que lo recibiréis y lo tendréis". (Marcos 11,24). "Pedid y recibiréis".

Y usted, que hasta ahora quiso construirlo todo únicamente por su capacidad de lucha, oiga al Maestro: "Hasta aquí nada pedisteis; pedid y recibiréis, para que vuestra alegría sea completa. (Juan 26,24). "Hágase conforme a tu fe" (Mt. 9,29).

Más, no piense usted que es difícil tener fe. Nada de eso, es bien fácil.
Cuando cree que aquello que está diciendo en su plegaria o en su pedido es verdadero, es decir, que sucederá, usted tiene fe.

Tenga la fe simple del niño. Acepte como verdadero e infalible el principio de que, por el hecho de pedir, ya lo está alcanzando. La fe, pues, es el puente que liga el pedido al recibimiento.

Yo vi a diversas madres usar el poder de la fe para quitar el dolor a su hijo que se había golpeado. Cuando el pequeñito cayó al suelo, se golpeó y rompió a llorar, la madre lo levantó en brazos, le preguntó dónde se había golpeado y le dijo: "Espera, voy a darte un beso ahí donde te está doliendo y se te pasará. Listo, ya pasó". El niño deja de llorar y sale a jugar nuevamente. Creyó que era así, y fue así mismo; pasó el dolor.
Convénzase de que la fe realiza milagros.

martes, 25 de octubre de 2011

Los cristianos y la fiesta de halloween

Las Escrituras no mencionan el Halloween, pero hallamos algunos principios que pueden guiarnos a tomar una decisión. En el Israel del Antiguo Testamento, la hechicería era un crimen que se castigaba con la muerte (Éxodo 22:18; Levítico 19:31; 20:6,27). Las enseñanzas del Nuevo Testamento acerca del ocultismo son bien claras. El relato de Simón, en Hechos 8:9-24, muestra que no se puede mezclar el ocultismo con el cristianismo. La historia de Elimas el mago, en Hechos 13:6-11, revela que la magia es muy contraria al cristianismo. Pablo llamó a Elimas un hijo del diablo, enemigo de toda justicia, y trastornador de los caminos rectos del Señor. En Hechos 16, en Filipos, una muchacha que tenía espíritu de adivinación perdió sus poderes demoniacos cuando Pablo echó fuera el espíritu maligno. Lo interesante en este relato es que Pablo ni siquiera aceptó la descripción de “siervos de Dios” porque venía de una persona endemoniada. En Hechos 19 vemos a los nuevos conversos que abruptamente rompen con sus prácticas de ocultismo y confiesan su pecado, dando cuenta de sus hechos, y traen sus libros de magia y los queman en la vista de todos (Hechos 19:19).
Considere en oración lo que Cristo quiere que usted haga. Que su deseo sea el de Santiago. "Someteos pues a Dios: resistid al diablo y huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y El se acercará a vosotros." (Sant. 4.7-8). 
Como cristianos, tenemos bastantes razones para celebrar. Mientras el mundo a nuestro alrededor se enfoca en actividades que honran al miedo y a la muerte, nosotros podemos celebrar a Aquel que da la vida. 
Como con todas las cosas, debemos incorporar los principios de Romanos 14. No podemos dejar que nuestras propias convicciones acerca de esta fiesta causen división, ni podemos usar nuestra libertad como motivo de que otros tropiecen en la fe. Debemos hacer todo para el Señor.
Haga lo que estime conveniente como cristiano pero lo que sea que haga en el día de Halloween, planifíquelo de acuerdo a esta guía bíblica "Hacedlo todo para la Gloria de Dios" (1 Corintios 10.31)

lunes, 26 de septiembre de 2011

Oración por la sanidad

Si usted no sabe cómo pedir la curación de una enfermedad, haga esta oración:

"Padre Celestial, que habitas mi interior, impregna con Tu Luz vital cada célula de mi cuerpo, expulsando todos los males, pues éstos no forman parte de mi ser. En mi verdadera realidad, como hijo de Dios perfecto que soy, no existe enfermedad; por eso, que se aleje inmediatamente de mí todo mal, todos los bacilos, microbios, virus, bacterias, tumores y párasitos nocivos, para que la perfección se exprese en mi cuerpo, que es el templo de la Divinidad.
Padre, Tu divino Hijo Jesús dijo: "Pedid y recibiréis, porque todo aquel que pide, recibe"; por lo tanto, tengo la absoluta seguridad de que mi oración de la curación ya es la propia curación. Para mí, ahora sólo existe esta verdad: la curación total.
Aunque la imagen del mal permanezca por algún tiempo en mi cuerpo, sólo existe en mí ahora la imagen mental de la curación y la verdad de mi salud perfecta.
Todas las energías curativas existentes en mí están actuando intensamente, como un ejército poderoso e irresistible, venciendo a los enemigos, fortaleciendo las posiciones debilitadas, reconstruyendo las partes destruidas y regenerando todo mi cuerpo.
Sé que el Poder de Dios actúa en mí y realiza el milagro maravilloso de la curación perfecta.
Esta es mi verdad mental; ésta es, por lo tanto, la verdad de mi cuerpo.
Te agradezco, Padre, porque Tú escuchaste mi oración.
Te doy gracias con toda la alegría y con todas las fuerzas interiores, porque Tu voluntad de perfección y salud se produjo en mí, es respuesta a mi pedido.
Así es y así será. Amén"

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Cuando ores trata de ser sencillo

  • La grandeza de la oración está en la sencillez
  • Ser sencillo como un niño, cuando oras, es el método más perfecto. Jesús ya enunció esta verdad hace dos mil años, cuando dijo: «Si no os volviereis y fuereis como niños, no entraréis en el reino de los cielos».
  • El reino de los cielos es un estado interior de comunión con Dios y, consecuentemente, es el estado de felicidad.
  • Ser como un niño es ser sencillo, puro y transparente en tu pensamiento; mantener univocidad entre la mente consciente y la subconsciente; tener confianza; creer ciegamente en el poder de Dios, así como el niño cree en el poder del padre y de la madre; decir lo que quieres decir y no tener doblez, ser siempre positivo, no guardar rencor y sentir armonía dentro de ti.
  • Toda oración verdadera es sencilla.
  • Y toda oración sencilla es unívoca.
  • Toda oración unívoca es infalible.
  • Para alcanzar la sencillez, necesitas soltarte, desarmarte, sentir el vuelo indescriptible de la libertad interior; tienes que saber envolverte en la poesía de la puesta del sol y alcanzar la belleza indecible de la flor.
  • Ser sencillo es saludar a quien has ofendido y, con una sonrisa, pedir disculpas; ser sencillo es no dejar que entren en tu cabeza las maldades de los demás y siempre perdonar con las manos abiertas.
  • Ser sencillo es ser realmente sencillo.
  • Cuando eres sencillo, has alcanzado la Vida, pues la sencillez te pone en comunión con Dios y con todo el universo.
  • Esta sencillez es el propio reino de los cielos.
  • Para alcanzar la sencillez es necesario que te sumerjas a fondo en tu ser interior, hasta alcanzar la frontera entre lo finito y lo infinito. Cualquier pensamiento o sentimiento que estorbe la sencillez interior, te desviará y, entonces, no conseguirás encontrarte con Dios.
  • La oración sencilla no puede contener odio, pues solamente la luz del amor universal iluminará tu camino hasta tu Dios interior. Basándose en esta verdad, Jesús enseñó:
  • «Por tanto, si al tiempo de presentar tu ofrenda en el altar, allí te acuerdas de que tu hermano tiene alguna queja contra ti, deja allí mismo tu ofrenda delante del altar y ve primero a reconciliarte con tu hermano; después vuelve a presentar tu ofrenda. Procura conciliarte con tu contrario, mientras estás con él por el camino […]». (Mt 5, 23-25).
  • Quiere decir que, mientras que haya odio dentro de ti, tu oración no llegará a Dios, por tanto, no servirá subir al altar para hacer la ofrenda. Estarías perdiendo el tiempo.
  • Jesús aconsejó entonces, dejar la ofrenda y reconciliarse primero con el hermano.
  • Recuerdo ahora otro pasaje de la Biblia que dice que solamente los puros de corazón verán a Dios.
  • Ser sencillo es ser puro de corazón.

viernes, 16 de septiembre de 2011

La fe

 LA ORACION CURA LAS ENFERMEDADES
Cierta vez un padre se aproximó a Jesús, llevando a su hijo que sufría de ataques, y dijo al Maestro.
----Si pudieras hacer alguna cosa, ten piedad de nosotros y ayúdanos.
Jesús le dijo:
---- En cuanto al poder, quien tiene fe todo lo puede. Y curó al niño (Mc. 9,14-22)

La fe, como enseñó el Maestro, cura todas las enfermedades. No importa qué nombre le hayan dado a la enfermedad. Ella tiene cura.
  El primer paso para que alcances la sanación de tu mal es tener la seguridad de que tiene cura.
  Si piensas que tu mal es incurable y que tu dolencia es irreversible, estás bloqueando la fuerza curadora.
  Ninguna enfermedad resistió al método de cura por la fe, usado por Jesús. Enseñó a sus discípulos a usar el método de la cura por la fe y ellos también lograron curas maravillosas.
  Cuentan los Hechos de los Apóstoles que “había en la proximidad de este lugar un dominio perteneciente al primero de la isla. Este nos recibió y nos albergó con agrado durante tres días. Justamente el padre de Publio, atacado de fiebres y disenterías, estaba en cama. Paulo fue a verlo, oró, le impuso las manos y lo sanó. Ante esto los otros enfermos de la Isla, también lo buscaron y fueron curados. Por eso nos colmaron de atenciones, y en nuestra partida nos proveyeron de lo necesario” (Hechos 28, 7-10).
  El Libro de los Hechos de los Apóstoles, narra muchas curas realizadas por los discípulos de Jesús. Pero Jesús enseñó que todos tienen el poder de curar su enfermedades, porque la fe es un don existente en cualquier criatura humana.
  El Apóstol Santiago en una de sus cartas, escribió: · La oración de la fe, curará al enfermo y el Señor lo pondrá de pie”.
  Nota bien que Santiago no dijo que la oración de la fe, tal vez pueda curar tu enfermedad. Nada de eso. La oración de la fe, sin lugar a dudas, curará al enfermo, sea cual fuere la enfermedad..
  Santiago, aún agrega: “ Y si hubiese cometido pecados, éstos le serán perdonados”. Por consiguiente, la oración de la fe, no sólo elimina el efecto, sino también la causa.
  Recuerda, una vez más, la historia de aquella mujer que sufría de un flujo de sangre. En doce años de tratamiento, ningún médico consiguió curarla. Gastó en vano toda su fortuna. Un día Jesús recorría la calle donde vivía esta señora. Al enterarse de la presencia de Jesús, la mujer se puso feliz y alimentó la esperanza de que la curaría. Se decía a si misma. “Si tan siquiera le tocara el manto, quedaré curada”; ésta era la oración de fe de aquella mujer. Una oración simple, directa, decidida y definitiva: “Si tan solo le tocara el manto, quedaré curada”.
  Al tocar el manto de Jesús quedó instantáneamente curada. (Mt 9,18-26)

LA ORACION DE LA FE CURARÁ AL ENFERMO
  La oración de la fe produce el milagro.
  No importa la extensión de la oración, no importan las palabras, ni la expresión gramatical. Lo que importa es la fe que se expresa a través de las palabras.
  No importa si cambias de oración cada día, para ver si aquella otra fórmula consigue la curación. La fe es la que cura.
  Aunque digas una oración cortita y llena de errores gramaticales, si tienes fe, ocurrirá el milagro.
  La mejor oración para una sanación es aquella cuyo texto contenga ya en si la verdadera cura y cuya mentalización acreciente tu fe. En este caso la cura es infalible.
  “Y la oración de la fe, curará al enfermo”.
  Ante todo , es necesario saber que no se trata de implorar por una curación. Tu oración de cura no es propiamente una súplica.
  La súplica implica dudas, es decir, la posibilidad de ser o no atendido. Pero la oración no depende de factores incontrolables, ni de la suerte. La oración obedece a las leyes espirituales, por eso, todo ruego hecho con fe, es infalible, como escribió el Apóstol Santiago, a quien ya cité: “ La oración de la fe, curará al enfermo”.
  El mismo Santiago, en su carta asegura: “Pides y no recibes, porque pides mal”, ahí está la otra prueba de que la oración es ley: cuando no son colocadas correctamente las premisas de esa ley, el resultado falla.
  Para condicionar tu mente al uso correcto de las leyes de la oración, comienza por reconocer que tú, en tu verdadera realidad y esencia, continúas siendo perfecto. La enfermedad es una falsedad, es un estado negativo, es el resultado de un error de comprensión y este estado mental, no forma parte de tu legítima realidad de hijo de Dios perfecto.
  Joseph Murphy escribió: “ La salud es la realidad de tu ser. Cuando haces una afirmación de salud, armonía y paz, para ti mismo u otra persona y cuando comprendes que esos son los principios universales de tu  propio ser, tú alteras los padrones negativos de lo que estás afirmando. El resultado del proceso afirmativo de la oración reside en tu conformidad con los principios de la vida, indiferentes a las apariencias”.
  Y concluye Murphy: “Reflexiona por un momento en el hecho de que existe un principio de la matemática, pero ninguno del error, hay un principio de la verdad, pero ninguno del error, hay un principio de honestidad, pero ninguno de deshonestidad, hay un principio de armonía, pero ninguno de discordancia; hay un principio de salud, pero ninguno de enfermedad; hay un principio de abundancia, pero ninguno de pobreza” ( “El poder del subconsciente”)
Fuente: extraído del libro EL PODER INFINITO DE LA ORACION