Dios nos acompaña y vela por nosotros. Cuando reconocemos la presencia divina, cuando aceptamos que nada somos sin Dios, cuando entregamos nuestras cargas al Señor, encontramos el mensaje: “No temas, yo estoy contigo”.
En los momentos de miedo, de temor, de angustia, de persecución, de amenazas, tengamos esto bien presente, grabado en nuestra mente y nuestro corazón: “Los ojos del Señor están sobre los justos, y atentos sus oídos al clamor de ellos” (Sal. 34, 15).
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