Veamos lo que el Apóstol Pablo dijo aquí en el versículo 7, de este capítulo 1, de la Segunda Epístola a Timoteo:
"Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio."
Ahora, aquí se menciona esta palabra cobardía. Quizá haya personas que tengan mucho temor de viajar en avión. Hay algunos que tienen que viajar por obligación, y en realidad no disfrutan nunca del viaje por avión. El temor es algo natural y bueno. Uno puede tenerle miedo a un león, a las alturas, a volar en avión, por ejemplo. Así que es normal y bueno tener un sentido del temor.
Sin embargo Pablo no estaba hablando de una buena clase de temor, sino de la cobardía. Por eso dijo: no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.
Este dominio propio significa disciplina. Es decir, que Dios no quiere que la derrota sea parte normal de la vida del creyente. En realidad, tendríamos que ser creyentes bien disciplinados antes que esclavos de nuestras emociones. Todos estamos impulsados por nuestras emociones. Pero los cristianos no deben estar motivados por sus emociones. Nuestras emociones no deben dominarnos. Por el contrario, tenemos que ser disciplinados.
Ahora, ¿cómo se aplica esto a la cuestión del temor? ¿Está mal tener miedo a ciertas experiencias que ya hemos mencionado, o a otras similares? No, lo que estaría mal sería quedarse en casa. Lo que tiene que hacer una persona que experimenta esos miedos, es pedir la ayuda del Espíritu Santo para vencerlos disciplinando la mente. Vencer las emociones significa no permitir que ellas nos impidan hacer algo que deberíamos estar haciendo. Ello implicaría una derrota y mi mente no puede aceptar el ser un cristiano derrotado por esas reacciones emotivas. Por ello el consejo de Pablo a Timoteo es de mucha ayuda para todos. Dios nos está diciendo que no tenemos que ser cristianos derrotados; no debemos permitir que nuestras emociones controlen nuestra vida.